El gato naranja

 


EL GATO NARANJA

Lunes 6 de julio de 2015, un hombre cierra la puerta de su casa, baja los tres pisos por las escaleras hasta la entrada del edificio y sale a la vereda, camina por las calles de Balvanera hasta la lotería más cercana y juega los mismos seis números de siempre. Todos los lunes a la mañana sigue esa rutina, toma su desayuno y sale a la calle para jugar sus números, a esta altura es una especie de cábala, la semana no arranca hasta que apuesta y, como es de esperar, la semana no termina hasta el domingo a las 21:30 que es cuando se saben los resultados.

Esta fue una semana tranquila, no tan fría, con un saco y una bufanda era suficiente para estar abrigado. El trabajo fue igual que todos los días, su gato jugó con los mismos ratones de plástico de siempre y lo despertó todas las mañanas a las seis en punto como hace desde que lo encontró en la calle hace tres años. Todo marchaba bien, porque todo se mantenía igual, hasta que llego el domingo. Se sentó en su sillón con el gato naranja a un costado, agarró su celular que estaba cargando y entró en la página de la lotería nacional a las 21:35, busco los ganadores y se encontró con la desagradable noticia de que había ganado. ¿Cómo es posible? Si durante años juega esos seis números y nunca gana ¿Cómo es posible? Que justo este año lo haga.

Son las doce de la noche, estuvo pensando que hacer durante dos horas, el gato se aburrió de esperar su sesión de juegos de los domingos a la noche y se fue a dormir a su canasto. Pero él sigue en la misma posición intentando decidir que hacer, una cosa es segura, naranjo se lo queda la vecina que ya lo tuvo que cuidar un par de veces. El departamento no es suyo, alquila, lo cual eso no es un problema y todas sus cosas irán a la calle o sus primos, ya que no tiene hermanos. Lo único que queda por decidir es el método, pensó en tirarse del balcón, pero es muy bajo, también está la terraza, pero a la noche esta cerrada y solo la portera tiene la llave. La sobredosis siempre es una opción, pero es un hombre sano, no tiene las suficientes pastillas para hacerlo y es muy tarde para ir a comprar, él nunca sale pasadas las doce. Incendiar el departamento pasó por su cabeza, pero eso traería problemas al resto. No se atreve a buscar formas en internet, la verdad es que le da un poco de nervios lo que va a hacer.

 Ya tiene todo listo, la nota con que hacer con sus cosas, quien se queda con el gato, la decisión tomada. Solo falta hacerlo. Cada tanto mira el teléfono para asegurarse que es verdad y no un mal sueño, pero no, sus seis números figuran como los ganadores.

Son las dos de la madrugada y decidió algo, el día ya es lo suficientemente raro ¿Por qué no hacerlo todavía más? Agarra a naranjo con todas sus cosas, su cama, los ratones, lo que queda de comida y toca el timbre de su vecina. No le molesta hacer esto ya que sabe que esta despierta, como no se tiene que levantar temprano los lunes siempre ve un par de películas los domingos a la noche. Como era de esperar la chica abre la puerta y lo mira un poco preocupada porque su vecino no suele estar despierto a esa hora. Él le explica que tuvo un inconveniente y que tiene que salir, y que no le gusta dejar al gato solo de noche, si puede cuidarlo por un tiempo, ella le dice que sí, un placer cuidar a un gato tan bueno y él se despide por última vez y se va. Baja los tres pisos despacio de no hacer ruido, mientras menos personas sepan mejor. Sale a la calle y camina hasta encontrar un bar abierto. Lo encuentra, se sienta en la barra y mira, justo este domingo no hay muchas personas, una pena, esperaba encontrar su alivió ahí. El chico tras mostrador lo ignora hasta que le comenta que si no pide nada se tendría que ir, cierran pronto. Se levanta de la butaca y sale a la calle nuevamente. Hace frío, más que a la mañana y salió con poco abrigo, pensó que no lo iba a necesitar. Recorre las calles un rato más, se pierde entre la oscuridad hasta que a las tres y media de la madrugada se encuentra nuevamente en la entrada de su edificio. Vuelve a subir los tres pisos, llama a la puerta de su vecina que seguía despierta, le pide a naranjo y juntos, hombre y gato, entran en el tercero A, para finalmente ir a dormir.




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